Después de 31 años de gobierno dictatorial, el pueblo de Burkina Faso derrocó a su presidente y derribó el edificio de la Asamblea Nacional tras una violenta revuelta en 2014.
Además de abordar los valores democráticos de transparencia, apertura e igualdad, el nuevo Parlamento de Burkina Faso aspira a convertirse en un catalizador para el crecimiento y el desarrollo de la ciudad. En el exterior, una pirámide escalonada de hormigón y piedra permite que los ciudadanos habiten el edificio a través de su cubierta transitable desde donde pueden disfrutar de una perspectiva diferente del entorno urbano. Las terrazas, por su parte, incorporan huertos donde experimentar nuevas técnicas agrícolas. En el interior, el volumen alberga la sala de juntas con capacidad para los 127 representantes y un jardín inspirado en la tradición local que evoca las reuniones de los ancianos para discutir asuntos importantes bajo la sombra de un gran árbol. El plan director incluye, además, la transformación del antiguo edificio parlamentario en un monumento para recordar a las personas que perdieron la vida durante el conflicto. Acompañadas por una nueva plaza arbolada, las ruinas se integran en una depresión del terreno que recoge el agua de lluvia y ofrece un espacio en sombra.
{{item.text_origin}}