Tipología:Laboratorio Salud
Material:Aluminio
Fecha:2011
Ciudad:Pamplona
País:España
Fotógrafo:Pedro Pegenaute Rubén Pérez Bescós
El Centro de Investigación Biomédica (CIB)del Hospital de Navarra se localiza en una manzana periférica de la ciudad de Pamplona que alberga un gran complejo sanitario con construcciones del siglo XIX. Siguiendo la tradicional lotificación rectangular del recinto, el nuevo volumen ocupa casi completamente la parcela para albergar el programa del centro, que ofrece laboratorios y áreas asociadas a las labores de investigación.
Inserto entre pabellones de ladrillo con cubierta a dos aguas, el volumen del CIB crea un perfil original debido a las variaciones en altura de las costillas que lo envuelven. Mientras que la repetición de costillas estructurales y la homogeneidad de la piel que recubre las fachadas longitudinales unifican los cuerpos del edificio en un gran volumen único, las alteraciones geométricas en el sólido responden a solicitaciones funcionales de un programa muy específico y que precisa de un alto grado de sofisticación tecnológica. Así, el reparto del programa en su interior persigue una distribución lógica en la cual la planta baja se destina a usos colectivos y de gestión, el sótano a animalario y almacenamiento, las plantas sobre rasante a laboratorios y áreas técnicas, y la cubierta a salas de instalaciones. La inclusión de estas últimas en las costillas que envuelven el volumen origina su característica sección quebrada. Una gran abertura opuesta al acceso principal separa el cuerpo técnico de depósitos del resto del edificio y establece también un acceso secundario.
Los laboratorios, localizados en las plantas primera y segunda, se agrupan en dos bandas exteriores mientras que las estancias sirvientes se concentran en una tercera banda central, creando una espina de instalaciones y servicios. Esta disposición favorece la flexibilidad, pues los laboratorios quedan delimitados como espacios exentos. Además, la celosía empleada como piel exterior en las fachadas longitudinales, a las que vuelcan los laboratorios, favorece también que éstos sean independientes de las condiciones climatológicas y de iluminación, y otorga la privacidad necesaria a estas estancias.
Mediante un sistema de pliegues triangulados, las esbeltas chapas de aluminio anodizado perforado de 4,5 metros y 3 milímetros de espesor incrementan su rigidez, eliminando así la necesidad de una subestructura de soporte. Las perforaciones en la chapa, además de aligerar la piel y regular la entrada del sol, generan en última instancia la percepción y textura exteriores del edificio, con un efecto dinámico variable a lo largo del día en función de la incidencia de la luz y de las condiciones atmosféricas exteriores.
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