El nuevo edificio se resuelve en un bloque compacto que ocupa el solar disponible intentando hacer coincidir el espacio de pista con el del aparcamiento preexistente, algo lógico que ya sugería el programa del concurso.
Condiciona su distribución y actúa como elemento generador del proyecto la necesidad de hacerlo accesible desde cuatro puntos situados a cotas diversas: las dos calles aledañas, Castelló Rodríguez y la prolongación de Luis Chamizo, el interior del Instituto y las vecinas pistas deportivas. Para ello se introduce una entreplanta situada al fondo de la pista que servirá además como grada lineal elevada que rodea la escalera que finalmente conecta todos los niveles del nuevo edificio.
El edificio se abre al sur iluminándose por un frente acristalado alto, dando fachada a la nueva plaza generada en el predio vecino al del Instituto.
Alrededor de la pista se resuelven las circulaciones y el acceso a los vestuarios y al despacho del profesor de Educación Física, éstos últimos incluidos en un volumen compacto que vuela sobre la plaza inferior cubriéndola en parte.
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