Encargado por un mecenas privado, el museo nace de un interés por enfrentarse tanto al lugar como al programa, introduciendo una tensión entre la vocación sólida y cerrada propia del los espacios museísticos y la voluntad de generar en su interior un mundo propio y festivo, al aire libre, capaz de emerger y mostrarse sobre el edificio y convertirlo así en un gran atalaya panorámica.
Contraponer un espacio o paisaje que se abre al aire libre y un edificio protector que se enrosca en torno a una serie de patios centrales, y encontrar en esta dualidad el germen de un nuevo prototipo de museo adaptado no sólo a las condiciones climáticas locales, sino también a la necesidad de ofrecer nuevas formas de acercar la cultura a la clases emergentes en China, son por tanto los temas centrales del proyecto. Esta dualidad o contraposición compositiva pasa a ser una oportunidad para ensayar técnicas de control climático basadas precisamente en la interacción entre una y otra modalidad espacial en juego en la composición del edificio. Se trata de técnicas que tienen su mejor expresión formal en uno de los argumentos simbólicos del museo: la cubierta que protege el recinto exterior, formada por árboles climáticos que recogen el aire de lluvia y canalizan adecuadamente la climatización.
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