Cordoba is synonymous with flowers, patios and white limestone houses. A place which takes great care to preserve the Andalusian cultural identity.This is the restaurant Regadera. A little world filled with green and some touches of red, full of wood, and a cuisine based on fresh seasonal food that cares about traditional details.
In Spanish there is a saying: “to be like a watering can” which means to be crazy, as nutty as a fruitcake. The name “Regadera” (Spanish for “watering can”) refers to the fresh and daring style of the restaurant.
The project is a collaboration between Agencia SOPA, who made the branding; Regadera’s owners, Adrián Caballero and Vicky Guijo; and the interior designer Damian López, founder of Leblume.
Regadera´s recipe takes some typical ingredients from Andalusian and Cordoban culture but reinterpreted and adopts these into the brand experience. This is present in the vertical garden, for example, which is a graphic element of the brand, but is also an interpretation of the traditional Cordoban patios. The hanging plants and the rotating flower pots make the interior casual, just like the fruit bowls in the bar, which can be adjusted manually making them more or less conical.
As a starting point, a selection of local and natural materials was made, such as natural fibres, ceramic, wood and metal forge. All of them on a white canvas, full of light. Then, you can find a lot of little products turned into something new, like an old coffee pot used as a flowerpot for a basil plant.
Elements from the old restaurant were also reused. All of them were rethought to make them fit into the new space, just like the iron forged logo, which was previously on the facade and is now inside, or the white spherical lamps, which create a small hanging garden.
The menu consists of two main courses: the kitchen and the garden center. The first - based on local and traditional cuisine but with a clear influence of nouvelle cuisine, with a process and presentation more creative - is placed in the center of the restaurant to make it visible to the public.
The garden center, meanwhile, captures the spirit of the brand and the menu, because the cooks are constantly coming to cut some leaves and edible flowers with which the food orders are garnished.
The trimmings are composed, of course, of decorative objects that provide the cool and crazy touch. In the briefing it was specified that the interior has to be real, without artificial things. So many elements with essence and history were chosen. As shown, there are wooden boxes to transport fruit and vegetables, some pots that were rescued from the reforestation of Doñana in the 60s, a workbench coming from the Cordoban jewelry industry or Chibalete printing chest dating back to 1921.
The mixture was finished by adding a splash of the brand´s green colour and a good collection of watering cans.
The restaurant is divided into different areas depending on the number of diners. So it is possible to choose between an intimate space, a three-metre shared table or a shelf with a view of the Guadalquivir river.
[ES]
Córdoba es sinónimo de flores, patios y casas de cal. Un lugar que cuida mucho mantener la cultura andaluza y la suya en particular. El restaurante Regadera es eso. Un pequeño mundo de color verde, maderas y algún toque bermellón con una cocina que ama el buen producto, de temporada, de la tierra y que venera lo tradicional. Pero el nombre no viene solamente por el clásico utensilio para cuidar las plantas. También porque el local está impregnado de una lluvia de ideas que le aportan un toque fresco y alocado. Vamos, que se podría decir que están como una regadera.
“Un proyecto muy mimado” que nace de la colaboración de la Agencia SOPA, encargada de la creación de la marca; su propietario, Adrián Caballero, y su mano derecha, Vicky Guijo; y el diseñador de interiores Damián López, fundador del estudio Leblume.
La receta pasa por escoger ingredientes propios de la cultura andaluza y cordobesa y asentarlos en un ambiente singular que envuelve la marca. Esto se ve por ejemplo en el jardín vertical, que si bien es parte de la gráfica de la marca, puede entenderse como una revisión de los tradicionales patios cordobeses. Las macetas colgantes y los maceteros que giran son elementos que le dan un toque desenfadado al espacio, así como los fruteros de la barra, que se pueden regular manualmente haciéndolos más o menos cónicos.
Como punto de partida se hizo una selección de materiales naturales y autóctonos, como fibras naturales, cerámicas, maderas poco tratadas o metales forjados. Todos ellos sobre un lienzo blanco y con mucha luz. Luego está el pequeño mundo de objetos reconvertidos. Por ejemplo, una vieja cafetera ahora es el tiesto de una planta de albahaca.
También se reutilizaron elementos del antiguo restaurante, que se replantearon para hacerles un hueco en el nuevo espacio, como el logotipo de forja, que anteriormente estaba en la fachada y ahora está en el interior, o las lámparas blancas de bola, que sirven para crear un pequeño jardín colgante.
El menú está compuesto por dos platos principales: la cocina y el vivero. La primera – basada de la gastronomía local y tradicional pero con una clara influencia de la cocina contemporánea, mucho más creativa en el proceso y la presentación – está colocada en el centro para que sea visible para todo el público.
El vivero, por su parte, recoge el espíritu de la marca en cuanto a concepto de interiorismo y la carta pues los cocineros acuden constantemente para cortar algunas flores y hojas comestibles con las que rematar las comandas.
La guarnición la componen, cómo no, los objetos decorativos que aportan el toque fresco y alocado. Ahora bien “una de las premisas era que resultara un sitio auténtico, sin artificios. Por eso se escogieron muchos elementos con esencia e historia”, explican desde SOPA. Como muestra, cajas de madera para transportar la fruta y la verdura, unos maceteros que se rescataron de la reforestación de Doñana en los años 60, un banco de trabajo proveniente del sector de la joyería cordobesa o un chibalete de imprenta que data de 1921.
Y como remate para ligarlo todo, un buen chorreón del color corporativo, el verde regadera, y una buena colección de regaderas.
La sala se divide en diferentes espacios en función del número de comensales. Cuenta pues con un reservado, una mesa compartida de tres metros o una barra con vistas a la rivera del Guadalquivir.
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