La intervención de Gonzalo del Val y Toni Gelabert, realizada con la colaboración de Clara Castañeda, se sitúa en el madrileño barrio de Chamberí, en un edificio de viviendas —construido entre 1925 y 1927—, para el Marqués de Amurrio por el arquitecto Gustavo Fernández Balbuena, fundador en 1918 y primer director de la revista
.
El proyecto define cuatro áreas principales —habitaciones, salón, cocina y zona de trabajo— separadas por pequeñas piezas espaciales. Cada una de estas piezas tiene una forma propia que se adapta a las necesidades de circulación y programa de la vivienda: dos portadas de geometría abocinada dan paso y enmarcan los eventos del salón y la cocina. Un pequeño deambulatorio, que atraviesa huecos existentes en el muro de carga, optimiza las circulaciones para obtener dos habitaciones de igual superficie y ganar almacenaje. Y, por último, una gran mesa adapta su geometría al espacio existente en la entrada principal, transformando el
en un gabinete o
Se mantiene la identidad de la antigua vivienda, con elementos como el artesonado de escayola o el despiece de espiga en el suelo, pero alterando y distorsionado sus geometrías y tamaños. Curvas y boceles dan forma a los preludios que separan las diferentes escenas domésticas.
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