Tipología:Infraestructura Deporte
Fecha:2002 - 2004
Ciudad:Copenhague
País:Dinamarca
Fotógrafo:Paolo Rosselli Julien De Smedt Mads Hilmer
El Club náutico juvenil situado en la isla de Amager, en Copenhague, surge a partir de un problema técnico inherente a las condiciones físicas del propio solar. Limpiar el suelo de sustancias contaminantes era una necesidad prioritaria, pero implicaba la inversión de al menos un tercio del presupuesto total del proyecto. Tras los estudios oportunos, el informe geotécnico confirmó que el terreno estaba contaminado exclusivamente con metales pesados, lo que no le restaba estabilidad alguna como base sobre la que construir. Se decidió cubrir todo el solar con una plataforma flexible de madera, creando una especie de superficie habitable y ‘segura’. De esta manera se evitó la excavación y se alcanzó una solución más arquitectónica y sostenible como respuesta al problema inicial.
El otro condicionante generador del proyecto fue el inusual programa demandado. Éste contemplaba dos usos muy diferentes: un centro juvenil y un club de vela, con requisitos aparentemente contradictorios. El primero exigía amplios espacios exteriores para el juego de los niños, mientras que el segundo necesitaba un espacio interior de almacenaje para amarrar sus embarcaciones. El edificio puede leerse como el resultado directo de la negociación entre dichas necesidades opuestas: la cubierta se eleva lo suficiente para permitir el almacenaje de barcos bajo ella, y a su vez proporciona un paisaje ondulado transitable en su cara superior, para que los niños puedan correr y jugar.
El interior del edificio tiene un aspecto sencillo y discreto. La habitación principal, orientada hacia la costa, se utiliza como sala común donde se desarrollan la mayoría de las actividades diarias del centro. En ella se manifiesta un especial cuidado en la elección de los materiales y en la ejecución de los detalles, distinguiéndose del espacio de taller y de almacenaje del club de vela. El pavimento del taller es hormigón gris estándar, mientras que el de la sala común tiene un acabado de hormigón pulido blanco. El carácter frío y duro de las superficies interiores contrasta con la calidez de la madera exterior, invirtiendo la fórmula convencional que combinaría madera al interior con hormigón y asfalto al exterior. Esta decisión sobre el material refleja y enfatiza el protagonismo que adquieren las actividades al aire libre del centro juvenil. La forma del edificio evoca el movimiento del mar inmediatamente vecino, pero también el del propio juego de los niños. Singular y a la vez familiar, el club náutico juvenil reúne en un solo gesto las necesidades del lugar, el cliente y los usuarios, ofreciendo un claro ejemplo de cómo convertir el análisis en un proceso creativo.
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