El valle de la Murta es un pequeño paraíso situado en el término municipal de la ciudad de Alzira, al sur de Valencia. Se trata de un enclave privilegiado para situar una pequeña vivienda de verano. No solo porque posee una altísima riqueza vegetal, sino también por el aire puro que se respira en él.
El proyecto se concibe como una casa contenida. Una casa cubo, donde se intenta optimizar al máximo el espacio y así ocupar el mínimo de m2 de parcela con nuestra arquitectura. Dándole el mayor protagonismo posible al entorno natural en el que se inscribe.
Se decide construir una casa donde el respeto hacia el medio ambiente sea la clave, basándonos para ello en los principios de la arquitectura mediterránea. Los muros se construirán de adobe y el exterior se pintará de blanco. Dotándolos de esta manera de una gran inercia térmica, que hará que resistan mejor el calor del verano y el frío del invierno. El material cerámico también será clave entre la materialidad escogida. Material muy apropiado, por su inercia térmica y la frescura que aporta a su vez durante el verano.
Las aberturas serán rasgaduras del muro situadas en puntos clave del proyecto, siempre buscando la mejor orientación y vistas. Abriéndolas mucho al exterior en la parte más pública. Las ventanas situadas al sur se protegerán con caña, la cual tamizará la luz y dejarán pasar el viento. Los materiales escogidos, como la piedra, el adobe o la caña tratarán de dialogar con el paisaje en el que se inscribe.
La casa está pensada para generar espacios desahogados, donde la comunicación entre el interior y el exterior sea fluida. Para ello, el proyecto contempla que las ventanas rasgadas penetrarán en el interior del muro, dejando de esta manera un paso completamente libre. Y además aparecerán visuales al exterior en los puntos donde se considera esencial establecer una relación visual de mayor profundidad.
Fotografía: Germán Cabo
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