Se construye un Pabellón deportivo capaz de albergar la principal actividad deportiva de los Juegos del Mediterráneo 2018. El Palau d’Esports Catalunya, con capacidad para 5000 personas, preside el anillo olímpico de la zona de Campclar en Tarragona, en el interior de un gran parque mediterráneo y en convivencia con el resto de equipamientos deportivos de referencia en la ciudad. En la fachada sur del edificio se produce el acceso habitual, desde el eje vertebrador que organiza el complejo deportivo; este acceso resolverá el funcionamiento diario. El acceso exclusivo para grandes eventos deportivos se realizará desde la fachada norte, más cercana a la ciudad. Se modifica la topografía del entorno inmediato del Palau, apareciendo así una zona semienterrada que contiene parte del programa funcional, y que suaviza la presencia del edificio. Esta modificación topográfica mejora la inercia térmica del conjunto y su eficiencia energética, permitiendo disponer de pozos canadienses para la renovación de aire de forma pasiva y de patios ingleses que permiten la entrada de luz natural. El edificio se resuelve en un único volumen que se desarrolla básicamente en dos niveles. Su dimensión viene determinada por la medida del espacio central, que permitirá albergar 3 pistas de 44x22m de forma contigua, aportando una importante flexibilidad en el uso diario del Pabellón. El espacio destinado al público, situado en la misma planta de acceso, permite en su disposición controlar visualmente el recinto de forma unitaria y establecer una relación visual permeable con el entorno. En el nivel inferior se sitúan los vestuarios, espacios de administración, salas para prensa, recepción y control de deportistas, almacenes e instalaciones. En el nivel superior se sitúan los espacios de acceso del público, servicios, restauración, sala de prensa y autoridades como elementos fijos. La tradición de la Tarraco romana nos hace pensar en la cerámica como material principal, un material que será el soporte formal del edificio. Utilizado en el plano del suelo, la fachada y la cubierta, en sus diferentes versiones, otorga unidad al conjunto edificado. El cerramiento se plantea con una doble fachada, a modo de protección solar; mediante paneles sándwich de chapa ondulada, paneles de policarbonato celular, y módulos de ventanas practicables. En el plano exterior unas lamas fijas cerámicas, dispuestas según la orientación y posición en altura, confieren la imagen del edificio y la necesaria protección solar, evitando la incidencia directa sobre el espacio de juego. La planta baja se resuelve con carpintería, priorizando la transparencia. El acabado de cubierta se resuelve mediante piezas cerámicas de 30x30cm unidas entre ellas formando láminas de gran formato, lo que permite disponer de una cámara de aire ventilada y de una adaptación idónea a la geometría de la cubierta. En la zona central se sitúa un lucernario de 12x48 metros que permite la iluminación natural de las pistas y su oscurecimiento; la geometría del falso techo y las pantallas situadas bajo este tamizan la luz y mejoran la acústica del espacio. La estructura de la cubierta está planteada con estructura metálica ligera bidireccional, formada por cerchas de 50 a 70m de longitud cada 12 metros, con una ligera curvatura permitiendo optimizar los gruesos de la sección y minimizar costes. La estructura vertical está formada por pilares apantallados de hormigón armado unidos por anillos, también de hormigón, que absorben el esfuerzo horizontal.