Durante la intervención arquitectónica, al sanear la testa posterior de la obra de fábrica se podía leer la palabra ‘lavadero’. Aquí se situaba uno de los espacios públicos de colada que, durante el siglo XIX y parte del XX, se levantaron en las intersecciones de los torrentes que bajaban de la sierra de Collserola, y se convirtieron en lugares de encuentros femeninos. En palabras del estudio CRÜ, “el proyecto se preocupa de hacer permanecer esta sustancia impregnada en las paredes existentes: el deseo de encuentro y
, la fricción invisible entre el exterior y el interior; y el olor a jabón industrial”.
Resuelta con una estética cruda y desnuda, la casa de Clara y Alan mantiene los dos patios existentes. En el nivel superior se despliega la habitación principal, ocupando todo el espacio disponible. El degradado programático aumenta en privacidad a medida que se penetra hacia el interior. Las dos zonas de carácter más público (estudio y
) están organizadas en torno al primer patio y la transparencia que este ofrece. Algunas cubiertas se sustituyen por techos colaborantes, soportados por cerchas y perfiles metálicos. En el interior y el exterior, un continuo de hormigón fratasado cubre homogéneamente toda la solera. En la planta primera se coloca una rasilla manual tradicional para disminuir las cargas del forjado existente.
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