Las casas inscritas, con sus límites pequeños, se piensan y se construyen como un microcosmos. El término inscrito, tomado de la geometría, nos indujo a encontrarnos con nuevas cualidades. La concreción a la que nos someten los límites irregulares y quebrados de las medianeras, lejos de percibirlos como cualidad negativa, nos realza las formas y los cuerpos. Confiriéndoles la cualidad de ilimitados y, como consecuencia, los hace infinitamente manipulables en el interior. Espacios discretos, donde contenedor y contenido establecen relaciones dialécticas que tienen como resultado la creación de infinitos espacios fronterizos secuenciales. Estos reproducen la continuidad del recorrido permitiéndonos disfrutar de tres patios, que filtran la luz natural tiñéndola con otros matices: tonos azulados, ocres y verdes. Ambientes casi monocromáticos. Las relaciones diagonales entre los espacios comunes nos ofrecen recortes del cielo y fragmentos enfilados por el viento, iluminación y ventilación natural. Cada elemento representa un papel determinado y significativo.
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