Between the Coll and the Carmel hill of Barcelona, on one side of the upper course of the old Farigola stream, Pere Llobet and Portell streets lead us to one of the back entrances to Park Güell.
The house aims to frame and close off a piece of air at this area in Barcelona and emphasizes its main construction elements. A heavy plinth is built, in relation to the garden and the earth, on which rests a light metal framework structure open to the landscape and the Sun.
The spaces of the house are circular around a central piece that functions as a bathroom and storage. The different pieces of furniture, some built-in, are the ones that finish building the space. The house is designed to change together with its inhabitants, opening and closing new spaces.
In an attempt to play it down, it was decided to paint the house yellow, a fact that surprisingly gives joy, in relation with the green of the landscape and the blue of the sky.
Project location: Barcelona
Completion Year: 2021
Gross Built Area: 140m2
Architecture Firm: MACH
Lead Architects: Marc Subirana / Laia Gelonch
WINDMILL Engineering : Josep Ramón Sole
EDDOM: Josep Domènech
[ES]
Entre la colina del Coll y la colina del Carmel, a un lado del curso alto de la antigua riera de la Farigola, la calle de Pere Llobet y del Portell nos llevan a uno de los accesos posteriores del Parque Güell. Destacan las construcciones humildes, entre masías y casas de principios del siglo XX.
La casa tiene como objetivo enmarcar y cerrar un pedazo de aire en este punto de Barcelona y pone el énfasis en sus principales elementos constructivos. Se construye un basamento pesado, en relación con el jardín y la tierra, sobre el que apoya una estructura ligera de entramado metálico abierta al paisaje y al Sol.
Los espacios de la casa son circulares en torno a una pieza central que hace la función de baño y de almacenamiento. Los diferentes muebles, algunos de obra, son los que terminan de construir los distintos espacios. La casa está pensada para cambiar junto con sus habitantes, abrir y cerrar nuevos espacios.
En un intento de restar seriedad se decide pintar la casa de color amarillo, hecho que sorprendentemente da alegría, en consonancia con el verde del paisaje y el azul del cielo.
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