A la hora de comenzar con el diseño de una vivienda, existen dos premisas básicas: el cliente y la envolvente.
Estas dos bases pueden considerarse extensibles a cualquier otro tipo de proyecto de reforma (y de hecho lo son) pero en el caso de una vivienda, donde el resultado ha de convertir lo que antes había en un hogar único y dirigido a esa persona o personas concretas adquierne un significado aún mayor.
Todos hemos vivido en una casa y hemos conformado una serie de recuerdos, prácticas y añoranzas que, a la hora de llevar a cabo la nuestra propia, emergen con fuerza para moldear deseos y aspiraciones. Cuando esa persona relata toda esa información, la labor de digerirla, traducirla y hacerla realidad es nuestra mayor responsabilidad como profesionales.
Coger una vivienda y reconvertirla en un hogar, recoger las necesidades y voluntades del usuario y generar un espacio que responda a cada una de ellas de la mejor manera es el punto de partida de cada proceso.
Una vez más, conseguir sacar el mayor partido a una superficie escasa y de una morfología que difícilmente aceptada diversas alternativas se convertía en un reto. Tras escuchar a la propietaria, se decidió reducir los espacios resultantes a los mínimos imprescindibles: dos dormitorios, un baño con doble acceso y una cocina adosada al espacio de estar y comedor.
A partir de ahí, intentar aprovechar cada centímetro cuadrado con el que se contaba y, mediante formas y texturas, acabar consiguiendo espacios acogedores y con carácter iba a marcar la línea proyectual.
Debido a lo ajustado de ciertas medidas se optó por eliminar cualquier tipo de recrecido o lucido existente y, en ese proceso, apareció una pantalla de hormigón que acabó por convertirse en pieza clave del diseño, la que nos permitía aprovechar el mayor número de centímetros (necesarios para un dormitorio necesitado de anchura) y al mismo tiempo volver a generar unos juegos de texturas e historias entre lo nuevo y lo que ya estaba. Ese gran muro rudo se entremezclaba con superficies curvas de madera, diferenciando voluntariamente la preexistencia de las nuevas formas resultantes del análisis espacial de la vivienda.
Como resultado, la combinación de superficies opuestas: lo duro con lo suave, lo potente con lo sutil, la preexistencia con lo nuevo y todo esto como resultado de la función, como consecuencia de una respuesta racional a un problema que acaba resolviendo la imagen del nuevo hogar.
Situación: Bilbao
Superficie: 72 m²
Año: 2018
Contratista: Azkayo Construcciones, S.L.
Leyenda mobiliario:
Silla Butterfly_ Isist Barcelona
Mueble salón_ El Recibidor (Barcelona)
Lámpara follow me_ Marset
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