El proyecto es un encargo de un matrimonio cuyos hijos se habían emancipado pero que necesitaban una cocina más práctica y amplia. El estado con el que se iniciaba la concepción del proyecto era la típica cocina de los años 80, de forma estrecha y alargada con el lavadero al fondo. Los muebles ocupaban mucho espacio ambos lados lo que dificulta su uso por varias personas al mismo tiempo. Además el almacenamiento no tenía ninguna lógica preconcebida. Planteamos un proyecto agrandando la cocina por la parte trasera, que da a una habitación, hasta la distancia que nos permitía los pilares, aprovechando para colocar la mayoría de almacenamiento en ese paramento. Esto permitió conservar todo en un mismo plano ganando en total más de 60 cm a la zona de paso, haciéndola de esta forma cómoda para cocinar en familia. Un detalle imprescindible era incorporar algo tradicional de Granada y por eso se hizo ese mosaico sobre la encimera. Otra premisa importante era involucrar el lavadero en el espacio pero manteniendo su diferenciación, así como mejorar el confort térmico de la estancia, que con su orientación al norte era muy frío en invierno. Para solucionarlo se aisló el lavadero tanto en techo como en paredes para poder unirlo así finalmente con la cocina.